martes, 7 de julio de 2009

ARGENTINA [sabores regionales]



Un choripán en la Costanera, un locro en Cafayate, una empanada de palmitos en Puerto Iguazú, una centolla en Ushuaia. Cuatro mundos en uno solo. Un mapa caprichoso de la cocina Argentina. ¿Qué tiene en común, para el paladar del viajero, bocados tan diferentes?
Pues parece conectarlos esa vaga conciencia de nación que tenemos los habitantes de este país, conciencia árida y dispersa en lo político e ideológico, pero fecunda y sabrosa cuando su diversidad se reúne en torno a una mesa o un fogón.
Es que en el gran banquete argentino se encuentran, limando asperezas, las cocinas regionales, esas que marcan diferencia desde el tórrido noroeste de sabores picantes hasta la extensa Patagonia ávidas de calorias, sin olvidar las huellas prehispánicas y todos los afluentes de la inmigración, que han hecho de nuestra cultura gastronómica nacional una tradición de heredadas tradiciones. Un cóctel, un mestizaje cuya riqueza reside, precisamente, en esa matriz plural.
En este universo no todo es intercambiable. Hay lugares comunes de paladar criollo que exceden la regionalidad (el mate, el dulce de leche, el asado, la milanesa, las pastas), y destinos improbables aunque no imposibles, en la geografia de los bocados: dificil imaginarse un norteño cocinando pulpo en La Quiaca o a un fueguino tomando chicha en Ushuaia.
Las regiones definen sabores y productos, a la vez que contienen datos precisos de la inmigración. El noroeste andino, seco y soleado desde Jujuy hasta Cuyo, es el reino del maiz desarrollado por la cultura inca y el menos contaminado por los productos de la colonización. un ámbito común al locro y la empanada, diferenciada por los acentos provinciales. En el noroeste, húmedo y subtropical desde Chaco hasta la Mesopotamia, es mandioca y, sobre el litoral, dorado y surubí, selvas y pescas. Un menú con marca toba y guaraní al que aportaron ucranianos, polacos y suizos y la infaltable cocina judía. El centro es una amplitud dispersa como el gaucho: desde la llanura bonaerense hasta las sierras de Córdoba, incluyendo Santa Fe y La Pampa, impera el asado en todas sus formas, hijo de la prosperidad ganadera, y es la región más permeable a los influjos de la inmigración italiana y española, tierra de paellas, pastas, bagna cauda y tanta Europa mediterránea como se pueda imaginar. El sur, desde el gusto alpino de la región de los lagos y sus ahumados de trucha, venado y jabalí, hasta la fertilidad del frío mar austral, reino de pescados y mariscos.
El conjunto es como una gran picada de manjares para entrarle a fondo a la Cocina Argentina y descubrir sus secretos más profundos, lo mejor, como siempre es viajar hasta su corazón.
|fuente: viajes & turismo. Clarín|

2 comentarios:

  1. Muy lindo esto que dejaste gordo. somos moooy grosossss (gastronomicamente hablando). Si supieran en el extranjero que contamos con varios cocineros de alta elite, como la señorita carolina!... se vienen a vivir todos aca!

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  2. Federico!!! deja de opinar sobre mis habilidades gastronómicas firmando como anónimo.... Nunca comí algo hecho por vos así que considero que eso significa que sos tan "buen" cocinero como yo.
    Manolo muy bueno este último artículo!!!
    Sigo insistiendo q falta tu nombre ehh?? jaj
    besoss

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